Giupi.Uno

Siempre he tenido ganas de escribir. De hecho, me encanta poder aterrizar todas las cosas que me pasan por la cabeza. No sé si alguien las lea, no sé si haya sentido; pero estoy aprendiendo a -mmm, no sé- estoy aprendiendo, nada más.

Es casi fin de año, y no sé si es la época, no sé qué está pasando dentro mío, que además de hacer balances, estoy mudando. Mudando de pensamientos, de ser, de pieles, de sentimientos. Las cosas que antes dolían, ya no duelen más. Las cosas que antes comían mi cerebro, ya no aparecen. Estoy en una especie de sensación de paz. De tranquilidad. De felicidad. De apreciación y agradecimiento. 

Ha sido lindo conocer a mucha gente nueva este año, sea o no sean amigos, el hecho de conocer; de tratar, me ha permitido reconocerme en ellos, en valorar cosas que tal vez no valoraba antes. De volver al centro. De hacer que menos siempre sea más. 

Tengo 25, casi 26, años. Y creo que me siento algo mayor, y no me disgusta nada, me está gustando. Me está gustando adaptar una posición más madura respecto a mis decisiones, responsabilidades, a mis relaciones y experiencias. Veintiseis ya no suena a una edad de “chibolo”, veintiseis ya tira para la segunda parte de los veintes, o sea, más cercano a los treintas; más cercano a la otra adultez.

Mutar está gustándome mucho. Poder habitar un poco más mi lugar también. Poder salir más al mundo, en todo sentido, también. Todo está más tangible o más observable, para trabajarlo. Para darme cuenta de qué cosas funcionan y qué otras no. Me doy cuenta. Desde la música que escucho; ya no me cierro sólo a lo que me gusta, sino que estoy dispuesto a escuchar cosas nuevas. Me gustan las letras, las nuevas melodías, los nuevos acordes. Lo distinto. Con cada cosa sigo construyéndome y reconociéndome. Mirando que no sólo era eso sino que también puedo ser esto. 

Uff. Qué hermoso es escribir. No quiero terminar siendo Carrie Bradshaw (¡jajajaja!), pero hay una cierta sensación de libertad para que los pensamientos, las ideas, las palabras, se queden, como si finalmente alguien te entiende, en este caso, solamente tu computadora o este blog. 

Antes de que se me vayan algunos pensamientos, aprovecho para inmortalizarlos, no sé si vuelvan de la misma manera, ni cuándo. Por mucho tiempo he sentido esta necesidad de querer a alguien. Pero estas últimas semanas mi perspectiva del amor se ha revuelto, hasta llegar a un punto de dejar en paz una idea que no está, que no es real sobre las parejas. Tampoco es que tenga las mejores experiencias en el amor. Pienso que hasta ahora no tengo una buena relación de la cuál recordarla sea totalmente bonito. Bueno, volviendo a lo anterior, creo que viene de la idealización, en todo sentido. Idealizar no funciona, hace que haya mucha expectativa, mucha ilusión, que haya un mundo paralelo que no termina de ser real. Es por eso que cuando las cosas no salen como pensabas, duele o decepciona. Es como caer sin paracaídas pensando que todo el tiempo ibas a volar y volar. Así está hecha esta vida, de tropiezos y fracasos. Todos somos unos fracasados. Una maravilla de fracaso. Dejar de idealizar me ha ayudado a aterrizar, a estar presente, a vivir más rico, a ser más fiel a mí mismo. Comprendo y tengo más paciencia. Bonito dejarse sorprender.

Amigos que ahora no hacen bien, o personas que se vuelven nuevos aliados. No querer pasar tiempo con alguien con quien antes te unía algo, no está mal, no es ser egoísta. Tenemos que saber aprender que no somos de nadie, que cuando coincidimos es por cuestión de destino y sincronía, y hermoso, lo disfrutas y ya, sueltas. Y también aprender a aceptar cuando obtenemos un ‘no’ por respuesta, no está mal. Todos queremos nuestros momentos, nuestro relajo, con quien y cómo queramos.

¿Te has puesto a pensar por qué eliges pasar tiempo con tal persona? ¿Qué es lo que necesitas sentir o pasar con esa persona? ¿Ser escuchado? ¿Botar tu mierda? ¿Más de lo mismo? Yo empecé a decidir que -uno- no quiero que me usen para botar tus cosas negativas, -dos- aprender a identificar quién te busca para algo en específico (¡ah! querido, no me creas huevón que sé exactamente para qué me buscas), y -tres- quiero hacer lo que me provoca, así me evito momentos de culpa, momentos de molestia, de incomodidad. Ya no la hago con la gente intensa, por ejemplo. Es algo que siento que ahora no está en lo que estoy viviendo.

Respirar es bueno. Hace que las cosas no se agoten, que todo tenga un espacio para no gastarlo. Se aplica a todo. Lo que hace tiempo se me repetía “suelta, suelta, suelta” se me hacía tan difícil que ahora vivir suelto es vivir ligero, es allí donde ves otras cosas ¿no?

A ver… ¿qué más?

No sé qué más. No sé si todo tenga un hilo. Empecé a hablar y creo que me iba por las ramas. No importa. A alguien le servirá por lo menos una oración de algún párrafo. 


Using Format